
Los tres detenidos que pudieron salir de la Mansión debieron correr desnudos en medio de una gran tormenta eléctrica y perseguidos por los helicópteros de la Brigada. La noche del 24, a las cero horas, comenzó a concretarse la fuga, que ocurrió tal como la describiera Claudio Tamburrini el 5 de junio de 1985, durante el juicio a las Juntas Militares: “Así fue tomando forma este plan, abrir la ventana con el tornillo y soltar lo más rápida y silenciosamente posible el cable de plancha; abrir la persiana, salir al balcón, anudar las colchas, reforzarlas con las correas, atar las colchas a un pilar del balcón, deslizarnos por las sogas y ganar el campo", relató. "Calculábamos que la altura del edificio debía ser de entre unos seis y ocho metros" prosiguió el ex arquero " medimos la longitud añadida de las colchas, llegaba aproximadamente a cinco metros, contábamos con el largo de nuestros cuerpos que nos podían dar dos metros más, nos quedaba por salvar solamente un metro, que era una caída más o menos liviana”.“Ya se iba cumpliendo el plazo que, según nuestras observaciones teníamos a nuestra disposición para salir de la zona: considerábamos que la fuga debía ser descubierta aproximadamente entre las dos y media, tres de la mañana, más tarde sentí claramente ruido de helicópteros que con focos de luz rastreaban la zona; comenzó una tormenta torrencial, a punto tal que los helicópteros tuvieron que volver a su base e interrumpir la persecución". "Tres y media de la mañana o cuatro, cruzo desde la ligustrina de una casa donde estaba escondido al garage y casa en construcción donde estaban escondidos mis compañeros y me entero que Guillermo Fernández había tocado timbre, como yo lo había visto desde enfrente, en la casa contigua y había manifestado a la vecina que lo atendió, que había sido asaltado en la vía pública y despojado de todas sus pertenencias e inclusive de su ropa, salvo la camisa que llevaba en el torso, y había pedido a esta señora que llamara a un familiar” . Ante la insistencia de Fernández para que lo ayude, la mujer le dio un pantalón y dinero para el viaje. Fernández partió entonces con la promesa de que iba a mandar a alguien o iba a volver personalmente a buscar a sus compañeros. En una actitud sorprendente Claudio no sólo se escapó de sus captores sino que además decidió quedarse en el país, cuando la lógica indicaba salir lo más rápido posible. El fugado ex arquero del Tricolor de José Ingenieros permaneció tres meses escondido en diferentes domicilios de gente amiga, cada siete días cambiaba de morada para evitar los controles.
Luego de esa etapa y tras salir a festejar el triunfo de Argentina contra Perú en el Mundial '78, Tamburrini recuperó la calle y comenzó a manejar un taxi. Con ese empleo y manteniendo sus estudios aguardó con paciencia su chance de salir del país. Cuando ya tenía todo listo para continuar su vida en Europa, Tamburrini vuelve a sorprender con una decisión fuerte. Una semana antes de embarcarse rumbo a Estocolmo elige volver a la Mansión Seré y observar el centro clandestino donde pasó parte de sus días. “No sabía si algún día iba a volver y no quería tener ese peso tirándome a la distancia”, comentó a los periodistas. Claudio Tamburrini vive en Suecia ejerce como profesor de Filosofía. Editó la historia de su escape en su libro “Pase Libre” y el fue llevado al cine por Adrián Gaetano en la película “Crónica de una fuga”.
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